Por este motivo debemos cuidarla de forma especial, incluyendo todos los componentes de la imagen corporativa: el logotipo general, las diferentes marcas, los colores, el tono de nuestros mensajes, la papelería, la rotulación, los catálogos y material promocional, el diseño de nuestra web y la presencia en las redes, la imagen de nuestros productos, desde el packaging hasta las etiquetas, … y cuanto más alineado sea todo el conjunto, mejor será la sensación que transmitiremos y mayores las posibilidades de que los clientes nos compren.